Esta historia tiene sus raíces en la nostalgia, pero también tiene parte de sueño y mucha tenacidad. Yo, Fany, nací y crecí en México y me encanta la comida. Cuando cumplí un año, mi padre decidió regalarme un kilo de trufas de chocolate. Aunque la mayor parte acabó en el suelo y en mi cara (por suerte, en realidad), fue entonces cuando empezó mi afición por los dulces.
SIEMPRE ME HA GUSTADO IR AL MERCADO CON MI HERMANA Y MI MADRE Y ME FASCINABAN TODOS LOS PUESTOS QUE NOS RODEABAN.
Muchos años después, cuando llegó el momento de decidir qué iba a estudiar, estuve a punto de ir a la escuela de arte, ya que ni siquiera sabía que la cocina era una opción. Pero, una vez que lo hice, ¡ya no había vuelta atrás! A mis padres no les gustó nada la idea porque sabían los sacrificios que se hacen en este sector.
EN AQUELLA ÉPOCA SOLO HABÍA UN PUÑADO DE ESCUELAS DE COCINA EN MÉXICO; NI SIQUIERA SABÍA QUE HUBIERA MUJERES CHEFS.
Me encantó y acabé estudiando en el Culinary Institute of America, donde me gradué en 1998. Después de hacer unas prácticas en el restaurante Akelare de San Sebastián (España), volví a Nueva York y aquí estoy desde entonces. Trabajé en varios restaurantes, entre ellos Rosa Mexicano, La Côte Basque y Eleven Madison Park.
Siganos